La mujer sabia edifica su casa;…». Proverbios 14:1

Hay momentos para detenerse y reflexionar; momentos para actuar y tomar decisiones. Tiempos de alimentar tu espíritu y tu alma, pero tranquila, que tampoco me olvidaré de mencionar tu cuerpo, porque Dios nos creó seres humanos completos y complejos. ¿Qué mejor momento que tocar este tema en diciembre cuando se cierra el ciclo de un año y se abre el camino hacia las vivencias de uno nuevo?

¿Alguna vez sentiste la presión de tener que cumplir con un sinnúmero de roles? ¿Te has sentido agotada ante la ejecución ardua de todos ellos? Por un momento te has preguntado: ¿cuál es el más importante y cómo organizo mi vida de manera tal que nada se escape de mi alcance? Tenemos que caminar entre roles variados y de suma importancia en nuestras manos y las de los que nos rodean. Entre ellos está el rol de esposa, mamá, hija, hermana, vecina, profesional, empleada, empresaria, pastora, líder, voluntaria, amiga, consejera y, si sigo mencionando, creo que la lista no tendría fin. Algunos de ellos requieren nuestro tiempo 24/7; otros requieren menos tiempo, pero aún así es difícil manejar cuánto tiempo les dedicamos cuando hay algunos que parecerían consumir toda nuestra agenda.

¡Ahhhh!, pero espera. Se me olvidó mencionar uno; no por no ser importante, sino porque es el último casi siempre en nuestra lista de prioridades y, a veces, hasta pasa por desapercibido. ¡¡¡Se me olvidó mencionarte el rol de ser mujer!!! Te diré que, lamentablemente, se nos olvida continuamente ejercerlo en libertad y autoridad. Nos arropa tanto la responsabilidad de otros roles que queremos hacer con tanta excelencia, que este en específico, lo engavetamos para «cuando tengamos tiempo» o «cuando nos sobre tiempo».

Lamento decirte que el orden de prioridades en ejercer este rol está erróneamente invertido. Incluso, ser mujer no es un rol, es nuestra esencia e identidad divina. Si no somos excelentes, eficaces, sabias, felices, productivas, valientes, exigentes con nosotras mismas y no le damos valor a nuestra identidad de mujer, ¿cómo habremos de ejecutar los roles en plenitud si nuestra esencia de mujer no podemos manifestarla a plenitud?

Te estoy confrontando a una realidad muy fuerte. Lo sé, pero tranquila, que ya lo hicieron conmigo y la verdad siempre nos hace libres cuando proviene de un corazón comprometido con sacar lo mejor de nosotros y por amor a nosotros. Más aún, comprometido con ver cumplido el destino de gloria para el cual fuiste diseñada. ¿Cuántas veces te envolviste tanto en tu rol de madre o esposa, que asfixiaste a la mujer con emociones y sueños dentro de ti? ¿Cuántas veces te encontraste tan inmersa en tu rol de pastora y líder, que olvidaste el consentirte a ti misma porque te diste hasta el cansancio por amor a los demás? ¿Dónde quedó el amor por ti misma, mujer? ¿Dónde quedó el celebrar que eres una mujer a imagen y semejanza del Creador, digna de dedicar tiempo para TI?

No intento sembrar rebeldía; intento sembrar libertad para que abraces y disfrutes el ser mujer. Que seas libre caminado como quien eres: una mujer escogida para hacer grandes cosas y que también puede ser eficazmente poderosa en la ejecución de diferentes roles en los cuales te desempeñarás a lo largo de tu vida.

Hazme un favor: que vuelva a soñar la mujer que llevas adentro. Que despierte y su boca sea llena de risa. Que no la lleves adentro escondida, sino que florezca y todos puedan verla y admirarla en plenitud. Que el viento acaricie su rostro y sea consentida por la brisa del mar. Que las flores del campo la perfumen. Sácala de compras y cómprale lo que se le antoje. Que la consientas y la ames como una piedra preciosa y de gran precio. Saca tiempo para ella y pregúntale qué quiere hacer.

Sentirás que unas alas de libertad nacen para conquistar el mundo que Dios hizo para ti.

Vilmarie