Él hará que vuelvas a reír y que grites de alegría”. Job 8:21

Este fin de semana estuve con mi esposo de viaje. Entre tantas personas, conocimos a un grupo de personas que eran argentinos. El último día de mi pasadía estuvimos hablando un rato con ellos y nos despedimos.

Pero dentro de mí había algo que no me dejaba tranquila. Sé que fue el Espíritu Santo diciéndome: «Ora por ellos». Al otro día, ellos regresarían a Argentina. Inmediatamente y sin pensarlo, fui a donde ellos y les pregunté si me permitían orar por ellos. Uno del grupo me dijo: «Me vas a hacer llorar». Algunas veces Dios te inquietará para que te muevas a hacer algo. No lo pienses dos veces. Será de gran bendición; tenlo por seguro. Así es que, en medio de donde estábamos, hicimos un círculo y oramos por ellos. La presencia de Dios descendió allí.

¿Saben qué? Estaban todos tocados, felices porque habíamos orado por ellos. Pero uno del grupo fue tocado y me dijo: «¿Sabes que desde que te vi, me impactó tu sonrisa? ¿Sabes por qué? Hay tanta gente amargada en la vida y tú, con tu sonrisa, contagias a otros». Él no sabe que me ministró a mí. Sentí que el mismo Padre me habló. Me puso a pensar tantas cosas; que con tan sólo una sonrisa tú puedes tocar a tantas personas. Que, sin yo saber, he podido ser instrumento de Dios para que conozcan de Él a través de un simple gesto. ¿Sabías que Dios puede utilizar tu sonrisa para que una persona crea en Él? Definitivamente, Dios puede utilizar la manera en la que nos expresamos o que nos dirigimos frente a los demás, para sanar a una persona de problemas en su espíritu, alma y cuerpo. Un rostro alegre puede contagiar a otros de alegría, de paz y de amor.

He aprendido que ésta es una forma en la que podemos impactar a muchas personas. Algunas veces los cristianos deberían esforzarse un poco. Si somos hijos de Dios y somos los que el Padre va a utilizar para glorificar Su nombre -a pesar de las circunstancias- no les neguemos una sonrisa a los demás. No me malinterpretes o pienses: «Por favor, Magda, no todo el tiempo uno va a estar sonriendo». Tienes toda la razón. Pero a pesar de no estar enseñando todo el tiempo una sonrisa, puedes hacer gestos a través de los cuáles las personas puedan sentir el amor y la alegría del Padre en ti.

Una sonrisa puede ser la herramienta que Dios utilizará para que otros conozcan de Su amor y que a través de Él puedan encontrar la felicidad que nada en el mundo iguala.

Magda