Me deleito en hacer tu voluntad, Dios mío; tu ley está dentro de mi corazón». Salmo 40:8

La semana pasada ocurrió el eclipse solar. Fue un tiempo en donde muchos de nosotros nos preparamos para el gran acontecimiento. Todo el mundo estaba listo para ver el momento crucial en donde iban a estar alineados el Sol, la Luna y la Tierra.

En el momento en que estaba pasando el eclipse, Dios comenzó a ministrarme profundamente diciéndome: «Si así estuvieran mis hijos, alineados a mi corazón y buscándome en su intimidad». Inmediatamente le dije a mi Padre: «Si en algún momento de mi vida yo no estoy alineada a tu corazón -en tu presencia- no quiero que me dejes así. Cambia mi entorno para que me de cuenta que no estoy alineada contigo». Es tiempo de que nos alineemos al corazón del Padre, que le busquemos a Él en todo momento en espíritu y en verdad. No sé, pero en ese momento hubo una transición; hubo un antes y un después en donde la tierra habló por sí misma de las maravillas que Dios creó.

Hay una manifestación tan tangible de Él. Todo nuestro alrededor nos habla de Su esencia, de Su creación, de Su contenido, de Su manifestación. Es tiempo de que los hijos de Dios se alineen al llamado que Dios le ha dado a cada uno. Son sumamente esenciales para este tiempo y para que la manifestación de Dios sea impartida en el mundo. Muchos se maravillaron por lo que ocurrió hace una semana; el poder ser partícipe del eclipse. Cuánto más aún podría ser el ver la manifestación de Dios en todo su esplendor en todo lugar, en el mundo entero. Personas sanándose de enfermedades que para el hombre son imposibles, personas declarando que Dios es su Salvador, que se haga manifiesta esa paz que sobrepasa todo entendimiento sobre las vidas, que las finanzas de un país sean establecidas.

Es tiempo de que tú y yo nos alineemos a Él. Somos los portadores de Su gloria. Muchos serán impactados por tu obediencia, por simplemente ser un hijo de Dios alineado a Su corazón. Veremos al mundo de otra manera. Es tiempo. No dejes pasar un segundo de tu vida sin que estés alineada a Su corazón.

Magda