Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús». 1 Tesalonicenses 5:16-18

¿A quién no le gusta tener una conversación con una buena amiga? Con esto me refiero a esas conversaciones donde puedes abrir tu corazón sin reservas y sin temor a ser juzgada o señalada por lo que dirás.

Una de las características que me describe es el ser conversadora. Soy apasionada por hablar, en especial el tener esas conversaciones tan deseadas con una amiga especial. Ahora bien, en mi caminar he aprendido que no se debe hablar de todo con todos. Hay conversaciones que sólo deben estar reservadas para una sola persona que posea la capacidad de escuchar tus palabras, pero a la vez, de conocer lo profundo de tu corazón y, la verdad, tengo que reconocer que sólo Dios ha ocupado ese lugar. He llorado profundamente por no haber sido reservada en algunas ocasiones, pero esto me llevó a aprender una de las mejores lecciones de mi vida: no hay mejor conversación que la que tengo con Papá.

Es posible que esto sea tan difícil de hacer para ti como lo fue para mí, ya que mi padre -que ahora es un hombre restaurado y lleno de la gracia de Dios y quien me acompaña a los lugares más difíciles- en un tiempo no entendía la importancia de conversar conmigo. Hoy puedo alegrarme y disfrutar de buenas conversaciones también con él. Puede ser que nunca hayas tenido una buena conversación con tu papá natural por las razones que sean, pero Dios promete estar contigo aunque tu padre y madre te hayan abandonado. Uno de los significados de la palabra orar es «hablar, estar en comunión constante con nuestro Padre Celestial». Dice Pablo, «oren sin cesar», o sea, hablen con Dios sin interrupción. Lo que produce en mí tranquilidad y confianza, es el saber que Él me estará escuchando en todo tiempo.

La razón principal por la cual comenzamos muchas de nuestras conversaciones es porque deseamos ser escuchados y Dios promete en las Escrituras que Su oído está atento a la oración de los justos, de los que vivimos confiados en Él. Una conversación con Papá lo cambia todo: nuestro corazón y nuestra forma de ver y esperar. ¿Por qué? Porque Papá sabe todo lo que sentimos y lo que necesitamos.

Papá está listo para escucharte hablar desde tu corazón. Conversa con Él.

“Los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos, atentos a sus oraciones”. Salmos 34:15

Edna Liz