…porque nada hay imposible para Dios». Lucas 1:37

¿Sabes lo que es tocar fondo? Estoy segura que sí. Tal vez lo has vivido más de una vez. Tus fuerzas se desvanecieron, el viento se llevó lo que quedaba de tu esperanza y ya no supiste cómo levantarte para seguir peleando.

Ya olvidaste cuánto tiempo llevas viviendo en el mismo desierto y cuántas vueltas has tratado de dar para salir de él. Sabes que tocaste fondo cuando las lágrimas salen solas sin pedirle permiso a las puertas de tus ojos. Corren como río buscando dónde caer, pues el corazón anhela consuelo esperando ver lo que aún no logra entender. Tu fe está en coma; son demasiadas las preguntas que cruzan tu mente elevadas al cielo, en las noches y durante el correr de los días.

¿Acaso piensas que no saldrás de esta? ¿Acaso piensas que lo que sueñas en tu espíritu no llegará? ¿Acaso piensas que Dios te abandonó y retiró Su mirada? Probablemente lo has pensado… yo sé que sí. Mas hoy quiero decirte que no he visto justo desamparado; no hay hijo olvidado por Su Padre del cielo. Quiero decirte que tus lágrimas son delicadamente recogidas por Sus manos y llevadas en Su corazón para ser guardadas allí, en Su amor de Padre. ¿Cómo habrá de olvidarse el Padre del hijo de Su propósito? ¡Jamás!

Fuiste concebido en el cielo. Eres un destello de Su amor. Hay momentos en los que tendrás que sostenerte de lo que Él ya te ha dicho en espera de lo que ha de venir. Su misericordia es mejor que la vida. Una sola mirada basta para volver a vivir y tú eres candidato a Su mirada. Hoy Su misericordia pone una nueva canción sobre el pulso de tu fe. Recobra fuerza, niña de Sus ojos; aún no es el final. Aún en medio de tu desierto más duro, Él abrirá manantiales de vida para ti y podrás danzar con fuerza, aún en el camino más duro.

Una sóla mirada de Jesús basta. El león de la Tribu de Judá hoy ruge a tu favor. Ese rugido te inundará de fuerza y tu fe recobrará vida. El sonido de Su rugido te anuncia conquista, pues Él ya la ganó para ti hace dos mil años atrás.

Eres candidato… porque no hay imposibles para nuestro Dios.

Vilmarie