Tanto los que reconstruían la muralla como los que acarreaban los materiales, no descuidaban ni la obra ni la defensa». Nehemías 4:17

A la hora de hacer cambios drásticos en nuestra vida, el desear solamente no nos va a llevar a obtener ningún logro. Sin embargo, cuando determinamos mejorar ciertas áreas de nuestra vida, es entonces cuando realmente comienza el reto. En mi caso, por ejemplo, mi gran reto ha sido trabajar con mi carácter. Podía amar a Dios, podía «conocer» Su palabra, pero mi carácter no reflejaba a Jesús.

Cuando leía Gálatas 5:22-23: «Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza…» y comprendía que de ninguna manera me describía a mí, comencé a preocuparme y a darme cuenta de que necesitaba trabajar fuertemente para comenzar a vivir algo de lo que ahí dice. Orar es maravilloso y es como si fuera nuestra arma de defensa en contra de nuestro enemigo. Nehemías entendió que para lograr reconstruir la muralla, la defensa era sumamente importante, pero no era suficiente; tenían que seguir trabajando y no descuidar la obra (trabajo de construcción).

Muchas veces, pretendemos que la oración nos quite el mal carácter, la vagancia, las malas costumbres y nos cambie de un día para otro. ¡No seas ingenua! Así Dios no trabaja. Él nos ha dejado Su palabra y a su Espíritu Santo para que -empoderados- nosotros comencemos a reconstruir lo que sabemos que no está de acuerdo a lo que la Palabra establece. El reconstruir en nuestras vidas nos toca a nosotros. Tenemos que pasar el trabajo, tenemos que estar alertas y no desenfocarnos de lo que Dios desea hacer en nosotros. El Espíritu Santo desea transformarnos, pero tenemos que estar dispuestos a trabajar y comenzar a reconstruir lo que ha estado destruído.

No vuelvas a decir que quisieras ser diferente. Deja de estar llorando por cometer el mismo error una y otra vez. Atrévete a reconstruir, atrévete a hacer las cosas a la manera de Dios (por la Palabra). Atrévete a morir al orgullo y al desear tener siempre la razón. Es tiempo de crecer, es tiempo de madurar y es tiempo de asumir nuestra responsabilidad. ¿Te atreves?

«Al oír esto, exclamaron: ¡Manos a la obra! Y unieron la acción a la palabra«. Nehemías 2:18

Lisandra