Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa». Romanos 1:20

Muchas veces, somos tan sólo espectadores de lo sobrenatural de Dios porque creemos que es imposible alcanzar o ser parte de las manifestaciones de Dios. Mi pensar también era así, pero -en el día menos pensado- el Padre tuvo una cita conmigo. Y me dijo: «Tú no serás espectadora. Tú serás parte de lo sobrenatural». Y así fue.

Es de las experiencias más hermosas que he vivido en mi vida. Cambió completamente mi manera de ver las cosas, de pensar, de caminar y, sobre todo, me marcó con un destino y un propósito determinado. No es lo mismo ser espectador que ser parte de lo sobrenatural.

Su Palabra es muy clara: el Padre quiere revelarnos lo invisible para que podamos caminar y vivir en su naturalidad. Dios interviene en todo lo que nos rodea. Esto es un milagro, pues milagro se define como «una intervención sobrenatural de Dios, que interrumpe el curso normal de la vida natural». A lo largo de la Escritura, podemos ver a Jesús haciendo muchos milagros; sanó enfermos, echó fuera demonios. En otras palabras, lo sobrenatural es la naturalidad de Dios. En Juan 14:12 se nos dice:»De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre».

Hay un libre acceso a lo sobrenatural que el Padre anhela que manifestemos en todo lugar donde nos encontremos. Cada uno de nosotros fuimos diseñados para ejercer con poder y autoridad lo sobrenatural del Padre aquí en la tierra. No nos conformemos con ser espectadores, sino entremos a las profundidades de lo invisible.

Empecemos a movernos en lo sobrenatural de manera tan natural como el ave que vuela.

Magda