Pero el rey David le respondió a Ornán: —Eso no puede ser. No tomaré lo que es tuyo para dárselo al Señor, ni le ofreceré un holocausto que nada me cueste. Te lo compraré todo por su verdadero precio». 1 Crónicas 21:24

En esta historia, me llama mucha la atención el papel que toma el rey David junto a Ornán, que era un hombre próspero. Tenía terrenos, ganados y era un hombre muy generoso. En esta porción se nos habla de que el rey David quería hacer un holocausto y este hombre generoso le ofreció un terreno y sus ganados para que pudiera hacer su sacrificio ante Dios.

Pero lo que me llama la atención es que David -a pesar de la generosidad de Ornán y su deseo de querer bendecirlo, no quiso tomar nada pues entendía que para hacer un holocausto a nuestro Dios requería sacrificar algo. ¡Qué mucho nosotros deberíamos aprender del rey David! David sabía que si hacía el holocausto sin haber pagado su justo precio a Ornán, sería una ofrenda «a medias» para Dios. Hubiese tenido una buena intención, pero no hubiese tenido la bendición de Dios pues no hubiera visto su ofrenda con agrado. David sabía que el gesto de pagar lo que realmente valía el lugar era una llave de acceso para que las puertas de los cielos se abrieran a su favor.

Acciones como estas, se convierten en una llave de bendición -no tan sólo para tu vida- sino también para tu casa, tu generación y el territorio que Dios ha asignado para ti. Los sacrificios que tú hagas repercuten de generación a generación. Algunas veces hay personas que quieren recibir o tomar ventaja -sin mover un dedo- para obtener lo que otros, en su intimidad con el Padre, han recibido a través de diseños. Desean recibir y, aún tomar, lo que otros tienen sin haber honrado el tiempo que esa persona tuvo de intimar con el Padre, lo que a su vez provocó que le fuera revelado un diseño. No es que no puedas bendecir a otros con el diseño que Dios te reveló o con lo que cargas; para eso el Padre te lo da, para que bendigas a otros. El problema está en querer tomar ese diseño sin haberte tomado un tiempo con el Padre para ver si es parte de tu asignación o si es el diseño que Dios creó específicamente para ti.

Vale la pena el hacer sacrificios y ofrendar todo por el Padre. Verás que serás rodeada del favor y la gracia de Dios sobre tu vida. Algunas veces puede ser que te cueste y que -aún- te duela, pero vale la pena hacerlo todo por el que dio todo su amor por ti: Jesús.

Magda