Durante este tiempo en el que vivimos, estamos siendo testigos de lo que Dios ha comenzado a hacer dentro de la Iglesia de Jesucristo. Estamos siendo parte de un avivamiento que se está esparciendo por todo el mundo, encendiendo la llama de Sus escogidos.

«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna». Juan 3:16 RVR

Dios entregó a Su Hijo por amor a toda la humanidad.  Jesús entregó Su vida por nosotros;  todos fuimos escogidos.  A nosotros se nos dió la libertad de escoger.  Si tú has escogido creerle y servirle a Él, entonces en ti también ha comenzado un despertar espiritual para que seas parte de lo nuevo de Dios para este tiempo.  Si en tu vida no gobierna la religiosidad ni las doctrinas de hombres y has mantenido a Dios como primer lugar en tu vida, entonces es posible que en tu espíritu puedas estar percibiendo que algo está a punto de suceder.

Recientemente escuchaba una prédica y se recalcaba una y otra vez que estamos a punto de ver «lo nuevo de Dios»; no lo próximo, sino lo «nuevo».  Hace casi dos semanas estuve en un taller y, como parte de una de las dinámicas, tuve que dibujar algo.  Mientras comencé a dibujar lo que venía a mi mente en aquel momento, el Espíritu Santo comenzó a ministrar a mi corazón.  Me pude ver en la orilla de una playa admirando el horizonte, deseando llegar a ese «fin» y poder experimentar la emoción de llegar allí.  Pero, inmediatamente, mi atención dejó de estar en el horizonte y pude «entrever y entender» que los peces que habitan dentro de ese mar (su ambiente), que se mueven libremente en su mundo -para lo cual fueron creados-, ellos no pueden percibir si llegaron o pasaron de ese punto al que yo desde la orilla puedo ver que es el horizonte. Así mismo les pasa a los Hijos de Dios cuando deciden zambullirse en las aguas de Dios.  El horizonte lo puedo ver a la distancia, pero cuando decido entrar en las aguas, ese horizonte se vuelve  infinito.  Puedo pasar ese «límite» y, sin darme cuenta, puedo llegar mucho más lejos de lo que desde la orilla puedo ver como el horizonte.

Yo pudiera soñar (y se pueden reír) con ser la próxima Joyce Meyer, la próxima Lisa Bevere, la próxima Alejandra Stamateas y eso pudiera ser mi horizonte, mi meta y, si me esfuerzo, quién sabe si lo logre.  Pero al menos, yo he dejado de desear llegar a «tal o cuál horizonte» y he decidido zambullirme en las aguas de Dios.  Dentro de las aguas ya no veo más el horizonte y me muevo por las corrientes de esas aguas, me alimento de lo que me proveen esas aguas, me uno con los que están dentro de esas aguas, aprendo dentro de esas aguas, soy libre dentro de esas aguas, soy yo -con mis defectos y mis virtudes- pero dentro de las aguas de Dios.

Muchas veces miramos al horizonte y soñamos, creamos, nos ilusionamos, pero tan pronto despertamos del sueño y de la ilusión y nos vemos a nosotros mismos, todos los sueños se desvanecen, la alegría se esfuma y la esperanza se pierde.  Nos vemos y pensamos que jamás podríamos llegar a ser lo que nuestro corazón anhela, lo que Dios ha puesto dentro de nosotros. Desde la orilla le oramos al Padre que nos ayude a hacer Su voluntad.  También desde la orilla podemos ver cuán lejos podemos llegar, aunque no se nos estén mojando los pies.  Es tiempo de dejar de admirar el horizonte y decidir zambullirse en las aguas de Dios.  El admirar el horizonte te aquieta, te anestesia, te inmoviliza; pasa el tiempo y no te das ni cuenta.

«Hagan todo esto estando conscientes del tiempo en que vivimos.  Ya es hora de que despierten del sueño, pues nuestra salvación está ahora más cerca que cuando inicialmente creímos».  Romanos 13:11 NVI

Es tiempo de despertar y dejar la mazmorra, es tiempo de enfrentarte a ti mismo, a tus miedos, a tus inseguridades.  Es tiempo de enfrentarnos aún ante nuestros sueños y decidir:  !!!¿¿¿Son mis sueños o lo nuevo de Dios para mi vida???!!!  Hay demasiados cristianos despiertos pero «esmorrao’s», aborrecidos, conscientes de lo que pudiera ser su vida si se zambullen en las aguas de Dios, conscientes de los talentos, habilidades, dones que poseen y están sufriendo cada vez que ven a otro lograr algo para Dios y ellos -por diferentes razones- no deciden moverse.

!!!Es tiempo de creerle a Dios de verdad!!! Hay muchos que creen en la Palabra de Dios, pero no creen en la transformación que puede haber en sus vidas a través de ella. Muchos se han conformado con ser cristian@s y han muerto al sueño de ser hombres y mujeres de Dios transformados por Su poder para transformar a otros. ¡¡¡Qué triste morir al sueño de Dios!!! ¡¡¡Qué triste nunca saber hasta dónde pudiste haber llegado!!!  ¡¡¡Qué triste es ver cómo creyentes creen en las mentiras del enemigo más que en la verdad de la Palabra de Dios!!!  Si lees el libro de Juan capítulo 8, desde el verso 31 en adelante, Jesús se dirije a los judíos que habían creído en Él (creyentes en la actualidad) y les dice:

«Si se mantienen fiel a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos;  y conocerán la verdad y la verdad los hará libres». Juan 8:31-32 NVI

¿Estás viviendo bajo las enseñanzas de la Palabra de Dios o bajo la enseñanza de algún hombre o mujer de Dios?  Ellos te podrán enseñar la verdad de la Palabra, pero sólo por medio del Espíritu Santo, esa verdad te hará libre.  Los judíos le dicen a Jesús: «Nosotros somos descendientes de Abraham, nunca hemos sido esclavos de nadie.  ¿Cómo puedes decir que seremos liberados?». Desde el verso 34 en adelante, Jesús les dice: «Ciertamente les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado.  Ahora bien, el esclavo no se queda para siempre en la familia;  pero el hijo sí se queda en ella para siempre.  Así que si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres.  Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham (creyentes).  Sin embargo, procuran matarme porque no está en sus planes aceptar mi palabra».  ¡¡¡Nosotros somos pecadores!!! Pero hemos «creído» en Jesús y eso nos hace hijos de Dios y ya no somos más esclavos del pecado.  Me llama la atención cuando la Palabra enfatiza que si Jesús nos libera, seremos «verdaderamente libres». ¿Porqué verdaderamente libres? ¿Acaso habrán algunos que son libres de mentirita? ¿Que actúan como libres, pero realmente no lo son?  ¿¿¿Religiosos??? !!!Piense usted!!!  Jesús reconoce que son descendientes de Abraham, pero que procuran matarlo a Él porque en sus planes no está aceptar Su palabra, la que Él les está hablando cara a cara.

No es lo mismo escuchar la Palabra de Dios, a que Dios por medio de Su Espíritu Santo te hable en la intimidad, cara a cara.  Allí en Su Presencia Él te habla, te confronta, te muestra el camino por el cual debes andar.  Cada vez que no ejecutamos la Palabra que hemos recibido de Dios, es como si matáramos la obra de Jesús en nuestras vidas, porque sencillamente -por algúna razón- no aceptamos esa Palabra o no está en nuestros planes «fajarnos», sacrificarnos, santificarnos y leer Su Palabra para verla cumplida.  Desconozco tus razones, pero ninguna de ellas serán aceptadas delante de la Presencia de Dios y no te estoy hablando de salvación.  Te hablo de la vida abundante que Jesús ganó para ti, de la vida que pudieras vivir en el aquí y ahora.

«Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros».  Efesios 3:20 NVI

¿¿¿Qué poder está obrando en ti??? ¿¿¿Sabes cuál es el poder que obra eficazmente en nosotros??? El Espíritu Santo de Dios. ¿¿¿Sabes lo que significa eficacia???  Es «la capacidad de alcanzar un objetivo o propósito que produce el efecto esperado».  Puedes tener el talento, la gracia, la habilidad y la inteligencia, pero si no estás ejecutando la orden que se te ha dicho en la intimidad, estás haciendo mucha obra pero no estás siendo efectivo en el Reino de Dios y no estás produciendo el efecto que espera el Padre.  Tal vez alcanzas tu propósito, que todos te miren y te admiren, pero para eso no hemos sido creados.

«Porque todas las cosas proceden de él y existen por él y para él».  Romanos 11:36 NVI

Las aguas de Dios manifestarán en ti lo nuevo, lo único y lo exclusivo que Él tiene para ti.  No le huyas a lo nuevo porque no lo entiendes.  No critiques lo que no comprendas.  Sumérgete en las aguas de Su Presencia y sé libre en Él y para Él, porque como está escrito:

«Cosa que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman».  1 Corintios 2:9 RVR

¿¿¿Amas a Dios???  Su plan está esperando ser ejecutado.  Estás a punto de tomar una decisión que hará que los cielos se abran sobre tu vida, sobre tu casa, sobre tus generaciones, para que en todo lo que emprendas manifiestes lo sobrenatural de Dios que hay en ti.  Porque no andarás más en tu camino, sino en el camino que Él ya ha trazado para ti.

Yo ya decidí: ¡¡¡voy por lo nuevo y no por lo mío!!!

¡¡¡Bendiciones!!!